Debido a la baja conductividad térmica del vidrio, el calentamiento o el enfriamiento parcial de una ventana pueden generar tensiones en la masa del vidrio que pueden causar su rotura, este fenómeno se llama “choque térmico”. El ejemplo más común de un riesgo de “choque térmico” se refiere a los bordes de un vidrio estratificado absorbente, sometido al fuerte sol y que se calientan más lentamente que la superficie.
El remedio consta en los tratamientos térmicos de seguridad (temple) que permite al vidrio soportar diferencias de 150-200°C.
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